domingo, 16 de septiembre de 2007

Del texto “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo?”
Comunión y Liberación

“Al iniciar un nuevo semestre, nos damos cuenta de que a menudo utilizamos la razón, en el estudio como en la vida, pretendiendo categorizar y clasificar la realidad. Pero si uno es sincero con su experiencia reconoce que esto no nos basta. Siempre hay un punto de fuga, algo que no es asible ni totalmente aprehensible. Algo que se escapa a nuestra medida, que nos lleva más allá, que nos pone una pregunta.

Un amigo profesor llevó a sus alumnos al Planetario, y al preguntarles qué les había llamado la atención, ellos respondieron: ¿Quién ha hecho todo esto?, ¿qué sentido tiene?, ¿quién es el dueño? Nadie preguntó: “¿Cuántas estrellas hay?” o cosas por el estilo. La realidad que habían contemplado desafiaba su razón mucho más de lo que él había pensado. La razón se manifestó como una exigencia que tenía que ver con la totalidad.

La razón nos remite a la necesidad del hombre de ser relación con todas las cosas. Exigencia y pregunta a la vez, inextirpable en nosotros que no se conforma con una medida parcial, no se conforma con obtener un título universitario, con la más enorme fortuna, la más exquisita belleza, ni el proyecto social más perfecto... Entonces, ¿De qué nos sirve ganar el mundo entero...? ¿cómo no perderse uno mismo?”

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