“Aprendizaje de edad”
Anónimo
Anónimo
“A los 15 años, aprendí que no debía descargar mis frustraciones en mi hermano menor, porque mi padre tenía frustraciones mayores y la mano más pesada.
A los 20, aprendí que los grandes problemas siempre empiezan pequeños.
A los 28, aprendí que se puede hacer, en un instante, algo que te puede doler la vida entera.
A los 33, aprendí que a las mujeres les gusta recibir flores, especialmente sin ningún motivo.
A los 34, aprendí que no se cometen muchos errores con la boca cerrada.
A los 38, aprendí que, siempre que estoy viajando, quisiera estar en casa; y siempre que estoy en casa me gustaría estar viajando.
A los 39 aprendí que puedes saber que tu esposa te ama, cuando sobran dos croquetas y elige la menor.
A los 42 aprendí que, si estás llevando una vida sin fracasos, no estás corriendo los suficientes riesgos.
A los 47 aprendí que niños y abuelos son aliados naturales.
A los 67, aprendí que si esperas a jubilarte para disfrutar de la vida, esperaste demasiado tiempo.
A los 71, aprendí que nunca se debe ir a la cama sin resolver una pelea.
A los 72, aprendí que, si las cosas van mal, yo no tengo por qué ir con ellas.
A los 75 aprendí que envejecer es importante.
A los 91, aprendí que amé menos de lo que hubiera debido.
A los 92, aprendí que todavía tengo mucho para aprender.”
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