viernes, 2 de noviembre de 2007

Del texto “La práctica de la justicia”
Humanismo Social, Capítulo 5
Alberto Hurtado, SJ

“Y sin embargo la justicia es una virtud difícil, muy difícil cuya práctica exige una gran dosis de rectitud y de humildad. Hay mucha gente que está dispuesta a hacer obras de caridad, a fundar un colegio, un club para sus obreros, a darles limosna en sus apuros, pero que no puede resignarse a lo único que debe hacer, esto es, a pagar a sus obreros un salario bueno y suficiente para vivir como personas.

(…) El que practica la caridad pero desconoce la justicia se hace la ilusión de ser generoso cuando sólo otorga una protección irritante, protección que lejos de despertar gratitud provoca rebeldía.

Muchas obras de caridad puede ostentar nuestra sociedad, pero todo ese inmenso esfuerzo de generosidad, muy de alabar, no logra reparar los estragos de la injusticia. La injusticia causa enormemente más males que los que puede reparar la caridad.

(…) no una caridad que se goza en dar como favor, atropellando la dignidad humana, aquello que el obrero tiene derecho a recibir. Esta no es caridad sino su caricatura. La caridad comienza donde termina la justicia. A veces se da menos que lo que reclama la justicia y se piensa que se da más.

Que los encantos de la caridad no nos lleven a despreciar a esta hermana humilde y sencilla, la justicia. Dejémosla poner en orden la casa, colocar cada cosa en su sitio; después vendrá la generosidad del alma cristiana que llenará con largueza aquello que la justicia no pudo colmar.

(…) Debemos ser justos antes de ser generosos.

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