Del texto “El saber y el sabor”:
Florencio Segura
Florencio Segura
“1. Vivir es ante todo encontrarle a la vida dos cosas: sentido y gusto. Es decir, hay que vivir con saber y con sabor. Y corremos el peligro de que nuestra sociedad esté perdiendo ambas cosas. Dicho en andaluz, ¡qué malo es vivir “esnortado” y “esaborío”, sin norte y sin sabor!. Porque una cosa es vivir y otra pasar por la vida.
Si logramos encontrarle a nuestra vida sentido, pero no encontramos gusto, viviremos densamente, pero tristes. Si vivimos con gusto, pero sin encontrarle a nuestra vida un sentido hondo, un porqué profundo, viviremos alegres, pero vacíos.
Por eso, cuando logramos vivir al mismo tiempo con sentido y con gusto, con saber y con sabor, empezamos a vivir en plenitud, empezamos a ser personas.
Uno llega a ser persona cuando ha logrado solucionar el por qué y el cómo de su vida: Vivir con saber es vivir con sentido, saber por qué se vive. Vivir con sabor es vivir con gusto, encontrar cómo hay que vivir. Cuidado con abandonar los saberes por los conocimientos; ojo con cambiar los gustos por los impulsos.
2. Trae fatales consecuencias para nuestra cultura confundir saber por conocer. A veces, degenera tanto el concepto de conocer que identificamos conocer con estar informado. Saber es integrar, y quizá sea el ritmo de la vida y de la dispersión de las ciencias lo que no nos deje convertir nuestros conocimientos en saberes.
El hecho de saber cada vez más sobre menos y menos, nos va a llevar a saber mucho de nada. Erikson llama a estos especialistas “idiotas habilidosos”. Es muy peligroso abandonar el saber, sustituyéndolo por el mero conocer.
3. Pero también nuestra cultura y civilización puede perder el sabor. Y es que perder el sabor es perder el gusto por la vida, que viene de una relación sabrosa con los objetos y de una relación cordial con las personas. No podemos relacionarnos con las cosas y con las personas solamente a nivel funcional. Nuestra sociedad de consumo está creando una civilización de objetos para tirar, porque ya no nos da tiempo para aficionarnos a ningún objeto.
Tenemos psicología de soldados que conquistan y nos falta la moral del colono, que es el que habita. De amos del mundo estamos pasando a ser “inquilinos”, porque caemos en la cultura del tener frente a la del ser, y terminamos comidos por nuestros propios muebles que no dejan sitio para nosotros en nuestra propia casa. Tenemos cada vez más conocidos, pero cada vez menos amigos. Corremos el peligro de pasar de una civilización de objetos para tirar, a una civilización de personas para tirar.
4. La tarea que le queda al hombre para irse haciendo persona es la de integrar. Hay que saber integrar el conocimiento con el sentimiento. El saber está en la armonía de la cabeza con el corazón para ser señor de las cosas: es la diferencia entre ser persona y ser cliente. Nos sobran a veces listas de precios y nos faltan escalas de valores. Se conoce el precio de todo y no se sabe el valor de nada. “No el mucho saber harta y satisface el ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente”, dice un viejo libro del siglo XVI.
Hay que saber integrar. Hay que seguir integrando saber y sabor a base de desempolvar valores poco cotizados en nuestra cultura técnica: el sentido y la belleza, la contemplación, la gratuidad, la capacidad de sorpresa, la misericordia. No compensa dedicarse técnicamente a hacer un mundo más rápido, más lógico, más rico, más fuerte. Compensa vivir con saber y con sabor, para hacer un mundo más habitable, sabiéndole dar razones para vivir y razones para esperar.”
1 comentario:
que buen texto! me acordé de las clases de filosofía en el colegio jaja, es uno de los que más me llamó la atención, muy bueno tu blog, felicitaciones y sigue escribiendo, saludos!
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